Gabriela Mistral y dos poemas de la Región de Los Lagos

Este trabajo tiene que ver con la valoración de los textos literarios, propone la lectura de poemas poco conocidos de Gabriela Mistral que se refieren a la Región de Los Lagos. Estos son Volcán Osorno y Lago Llanquihue.
Antonieta Rodríguez París
PASÓ POR PUERTO MONTT
Gabriela Mistral pasó por este lugar el 12 de mayo de 1918, cuando el barco Chiloé, que la transportaba a Punta Arenas, hizo escala en Puerto Montt. Este hecho lo consigna el profesor e historiador Juan Carlos Velásquez en un artículo del diario El Llanquihue publicado el 20 de abril de 1995.
Antes, el 29 de septiembre de 1989, Fernando Arriagada Cortés, había publicado en artículo en El Diario Austral de Puerto Montt. Escribió que, en esa recalada, Lucila Godoy envió un telegrama acusando su llegada a este puerto.
Podemos suponer que ella pudo ver los volcanes desde la bahía y que pudo observar el paisaje.
En Punta Arenas Lucila Godoy Alcayaga fue profesora de mi tía Luisa París, quien conser quien conservaba su certificado de notas o boleta de promoción firmado por la poetisa. El Diario Austral de Puerto Montt en su edición del viernes 7 de abril de 1989, publica una entrevista a mi tía y la foto de su certificado. Ella cuenta lo que ya nos había dicho a nosotros, Gabriela Mistral fue su profesora de Castellano y la escultora Laura Rodig su profesora de Dibujo. Laura Rodig fue testigo del proceso creador
de la poeta. Cuenta que “un 7 de abril de 1919 salí a traerle un presente: Un librero tenía 40 libretas iguales de tapas firmes, flexibles, como le gustaban. Se las llevé todas. Nunca la ví más contenta de un obsequio. Por la noche ya estaban destinadas y empezadas y muy pronto con interesantes anotaciones sobre los ríos de Chile, los pájaros de Chile, las mariposas, el folklore, yerbas medicinales, los hebreos, voces indígenas. Inglés, francés, etc.” Según escribe Roque Esteban Scarpa en “La desterrada en su patria” Gabriela tenía un gusto especial por anotar cosas propias de nuestro país, tal vez esos cuadernos sirvieron de base para el Poema de Chile
y para charlas, conferencias, clases en diversas instituciones en las que describía a nuestro país y a nuestra región.
La poeta (Premio Nobel 1945), nunca más pasó por Puerto Montt. Pero lo menciona en Poema de Chile y en muchos de los textos en prosa que hablan de nuestro país.
VIAJE POR BARILOCHE 1938
El año 1938 en abril, después de visitar Uruguay viaja a Argentina donde pasa 8 días con Virginia Ocampo en la casa de la escritora en Mar del Plata, con quien se había hecho amiga por correspondencia, pero habían compartido poco, luego Gabriela da una serie de recitales en Buenos Aires, hospedada también por Victoria Ocampo, quien logra publicar Tala, en la editorial Sur. Mientras tanto, Gabriela regresa a Chile por Bariloche en mayo. En ese viaje conoció el paisaje que ella vislumbraba, porque “fotos, grabados y acuarelas le habían dado una ilusión de conocimiento”.
Pasó por Peulla, navegó por el lago Todos los Santos, llegó a Petrohué y de ahí por tierra hasta Ensenada y al Lago Llanquihue, donde siguiendo el recorrido habitual de la época, viajó en barco por el lago hasta Puerto Octay. Ella dice en un escrito “Aunque me tengo vivida la Patagonia no conocía una parte del paisaje austral, el espejo fantástico de aguas, volcanes nevados y cascadas que corren de Cautín a Llanquihue. (Jaime Quezada en “Páginas de la vida mía”).
La viajera se dirige a Osorno. Delia Domínguez, la poeta osornina que tenía 7 años entonces, sale al camino a verla, pero solo alcanza a ver la mano izquierda de Gabriela saludando. Cuando Delia conoce a Laura Rodig le cuenta este hecho y la escultora, le regala una reproducción de la mano de Gabriela que la poeta osornina guardaba en su casa de Tacamó.
El recibimiento de la ciudad de Osorno es cálido y en la plaza planta un árbol: un canelo, el árbol sagrado del pueblo mapuche. Ese canelo ya no existe, pero ahora hay uno nuevo y un monumento que recuerda este hecho del 2 de mayo de 1938.
En una entrevista que le hace la Revista Ercilla el 20 de mayo de 1938, ella dice “ Con toda intención me vine por Bariloche. Quería acercarme a la raza a través de la húmeda tierra del sur”. En un texto en prosa que Gabriela escribe sobre el volcán anota “El volcán Osorno señorea sobre la ciudad de su nombre”. Tuvo que esperar dos días para ver el volcán despejado y pudo disfrutar de su vista y agrega que “allí dejé, pagado mi volcán en este poema.”
Sobre el lago Llanquihue nuestra poeta escribe: “Yo viví en mi Llanquihue hebra a hebra de agua, viví con emoción humana más que poética. Era el poema sorbo chileno que me llevaba a la boca después de años. Y bebiendo en copa mayor y tan rica, corría en la bocarada por mi garganta el bosque austral, los cerros rotos y también el légamo de mi padre turbio, de mi padre feo, el limo de la tierra.
Talvez el agua chilena quería lavarme de la extranjería, borrarme el millar de sabores y recobrarme, a lo ladino, como hace el gesto indio, con arte y maña. Y me recobró de veras, porque este sorbo lo llevo en el pecho aún, a medias fresco, a medias ardiendo.” (en Luis Vargas Saavedra “Gabriela Mistral, caminando se siembra”.) El ver este paisaje nuestro hace que ella escriba los poemas Volcán Osorno y Lago Llanquihue. Ambos son publicados en El Mercurio de Santiago de Chile el 15 mayo de 1938. En una carta a Victoria Ocampo, Gabriela le escribe: “Vict. Ud lo verá en estos poemas del Sur. Y la tierra mía la estupenda tierra de Osorno y Valdivia. Ud. debe conocer esto, el suelo, la peana chilena, los volcanes ciegan de resplandor y los lagos medio búdicos y ese épico austral que me ha dado a comer su fuerza.”
Además los dos textos han aparecido en diversas publicaciones: Lago Llanquihue fue publicado en la revista Sur, de Buenos Aires en 1938. No aparece en el la 1ª, edición del ”Poema de Chile” (editorial Pomaire, 1967), pero es recogido en el libro Reino, recopilación de Gaston von dem Bussche (Ediciones Universitarias de Valparaíso, de la UCV, 1983).
Volcán Osorno aparece en la edición de Aguilar dedicada a los premios Nobel, se publica en las Poesías Completas de Gabriela Mistral, en la sección Tierra de Chile, 2ª. Edición del año.Tampoco aparece este texto en la primera edición de Poema de Chile, de la editorial Pomaire 1967, con prólogo de Doris Dana.
Ambos textos aparecen en una posterior publicación de Poema de Chile la edición de Seix Barral de 1985 en Santiago de Chile, con un breve estudio de Jaime Quezada, y en la “Antología de poesía y prosa de Gabriela Mistral”, compilación y prólogo de Jaime Quezada (Fondo de Cultura Económica. Chile 1997). En la “Antología” de Gabriela Mistral, publicada por la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española, de 2010, aparecen ambos poemas como parte del Poema de Chile.
Poemas manuscritos
En la publicación de Poema de Chile de La Pollera Ediciones (Santiago de Chile, 2013), no aparece ninguno de los dos poemas, tal vez porque S. Daydí-Tolson, en su libro “El último viaje de Gabriela Mistral”, anota que Volcán Osorno se aparta del plan general del libro en cuanto a la forma métrica y a la actitud lírica del hablante. El poema Lago Llanquihue ni siquiera lo nombra. Luis Vargas Saavedra en el libro “Gabriela Mistral, Caminando se siembra” rescata el “Comento a Lago Llanquihue” en el que la poeta hace un cometario de su propio poema.
Por eso es necesario dar a conocer estos poemas, porque tal como escribió Gabriela Mistral “las patrias son tanto obligación de conocimiento como obligación de relato”. Es nuestra la obligación de difundir estos poemas que forman parte de nuestro paisaje primigenio, hemos nacido y vivido mirando el Volcán Osorno y bañándonos en el agua del Lago Llanquihue, y los amamos porque como también escribía Gabriela “La patria es el paisaje de la infancia”.
Otros poemas y otras prosas de nuestra Premio Nobel, aparecen en el libro póstumo de Gabriela Poema de Chile, que se refieren a nuestra zona: Cisnes en el Lago Llanquihue e Islas Australes. En el libro Recados Contando a Chile, publicado por A. Escudero en 1957, aparece “Breve descripción de Chile» en el que se refiere a nuestra región y también “Un mito americano: El Caleuche de Chile.”
Después de esas publicaciones son innumerables las recopilaciones hechas por diferentes estudiosos sobre la prosa de Gabriela Mistral, en la que se encuentran variadas referencias a la Región de Los Lagos. Se destacan los libros recopilados por Roque Esteban Scarpa, en la editorial Andrés Bello. De Luis Vargas Saavedra con “Recados para Hoy y Mañana” de Editorial Sudamericana. Los de Jaime Quezada y muchos más de otros distinguidos estudiosos. Sin embargo, hay un desconocimiento
de la obra en prosa que nos muestra sus ideas pedagógicas, políticas, ecológicas que están vigentes, así como su obra poética amplia. En la mayoría de los casos Gabriela se ha quedado en la mente de los que solo aprendieron sus rondas y los tristes y amargos “Sonetos de la muerte”. Tanto así que nuestro amigo el poeta Clemente Riedemann expresa lo que sintió antes de conocer y leer a la escritora y su vasto proyecto literario, en su poema: “Me la pusieron fome por delante” “¡Cuán áspera y fea me la leyeron!”
Leamos nosotros, pues, a la Gabriela que escribió los poemas que hablan de lo nuestro y que no tienen nada de fome.
Gabriela ha sido amada y odiada, halagada y envidiada. Considerada una sencilla maestra rural o una mujer soberbia que ganó el Premio Nobel en 1945, siendo la primera mujer latinoamericana que recibe el premio y el tercer escritor de la lengua española que obtiene el galardón.
En medio de la confusión de los tiempos que vivimos surge la voz de esta mujer llena de sabiduría, de fortaleza espiritual y a veces blanda como un vellón de lana. Ella tuvo la valentía para poner de manifiesto el hambre y la desnudez del obrero, del campesino, del pescador y en forma especial de la mujer.
Gabriela auténtica cuidadora de la palabra poética, de la vida de los seres humanos y de la tierra chilena. Valiente y humilde, con debilidades y errores es capaz de llegar a la perfección en el Arte.
Falleció en Nueva York el 10 de enero de 1957. Mi abuelita que la conoció en Punta Arenas me hizo escuchar la noticia por la radio. Los restos de Gabriela llegaron a Chile el 18 de enero, en un avión de la FACH, piloteado por el comandante Juan de Solminihac Andrade, que era puertomontino
Volcan Osorno
Volcán Osorno, David
que te hondeas a ti mismo
mayoral en llanada verde,
mayoral ancho de tu gentío.
Salto que ya va a saltar
Y que se queda cautivo;
Lumbre que al indio cegaba
Huemul de nieves, albino.
Volcán del Sur, gracia nuestra
No te tuve y serás mío No me tenías y era tuya,
En el Valle donde he nacido.
Ahora caes a mis ojos,
Ahora bañas mis sentidos
Y juego a hacerte la ronda,
Foca blanca, viejo pingüino…
Cuerpo que reluces, cuerpo
A nuestros ojos caído,
Que en el agua del Llanquihue
Comulgan, bebiendo, tus hijo
Volcán Osorno, el fuego es bueno
Y lo llevamos como tú mismo
El fuego de la tierra india,
Al nacer, lo recibimos.
Guarda las viejas regiones,
Salva a tu santo gentío,
Vela indiada de leñadores,
Guía chilotes que son marinos,
Guía a pastores con tu relumbre
Volcán Osorno, viejo novillo
Levante el cuello de tus mujeres,
Empina gloria de tus niños
Boyero blanco, tu yugo blanco
Dobla cebada, provoca trigos
Da a tu imagen la abundancia
Rebana el hambre con gemido.
¡Despeña las voluntades,
Hazte carne, vuélvete vivo,
Quémanos nuestras derrotas
Y apresura lo que no vino !
Volcán Osorno, pregón de piedra
Peán que oímos y no oímos,
Quema la vieja desventura,
¡mata a la muerte como Cristo!
Lago Llanquihue
Lago Llanquihue, agua india,
antiguo resplandor terrestre,
agua vieja y agua tierna,
bebida de vieja gente,
agua fija como el indio
y como él fría y ardiente
y en su pecho de marinero
tatuada de señales verdes.
Bebo en tu agua lo que he perdido:
bebo la indiada inocente
tomo el cielo, tomo la tierra,
bebo la patria que me devuelves.
Cincuenta años esperamos,
tú con agua, yo con sedes
Lago Llanquihue, mi capitán,
te llego antes de mi muerte,
con la boca me dieron,
agua mía para beberte.
Baja y suelta por mi pecho
el agua blanda, el agua fuerte,
entrabada de los helechos
y las quilas medio-serpientes.
Baja recta, agua querida,
baja entera en hebras fieles,
baja lenta, baja rápida,
y me sacies y me entregues
el cielo mío, los limos míos
y la sangre de toda mi gente.
Bebo quieta lo que me das,
igual que bebe, curvado, el ciervo,
bebo pausada, regustándote,
bebo y sólo sé que te bebo.
Perdón de tu frente rota,
perdón de tu surco abierto.
Como el niño y el huemul
porque te amo te quiebro…
Lago de Llanquihue, arcángel
que se me da prisionero,
gesto que mi antojo sirves,
abajadura del cielo,
doblada y caída, no hablo,
cegada de sorbo ciego,
y de ser tuya nada digo:
te bebo, te bebo, te bebo…